domingo, 27 de noviembre de 2011

La salud y el manejo de las infecciones.


Todo aquel que conviva cerca de un niño, puede identificarse con el espantoso sentimiento que experimentan los padres cuando su pequeñín se enferma por primera vez y todas las demás veces a lo largo de su vida. Sin embargo, durante los primeros años, pareciera que ocurre a cada rato.  ¡Apenas salen de una y comienzan con otra!

¡Tanta infección, tantas gripas, tantas calenturas! ¡parecen no tener sentido!

¿Servirá de algo enfermarse tanto? ¿Será normal?

Con el estilo de vida que llevamos, principalmente en las grandes ciudades, expuestos a altos niveles de  contaminación, la mala calidad de nuestra alimentación y la falta de ejercicio y contacto con "el aire libre", el campo, los bosques... nuestro cuerpo se hace más susceptible, está expuesto a más infecciones y los sistemas de defensa no funcionan al 100%, por lo que nos enfermamos muy seguido.

Las infecciones tienen una razón de ser.  Los virus y las bacterias -por espantosas que resulten, y por horrible que se sienta enfermarse- al parecer, nos hacen bien. 

¿Es bueno estar enfermo?

Recientemente nos hemos dado cuenta de que así es. Una infección puede ser benéfica. Para entender como es que una infección puede ser benéfica, debemos de comenzar por el principio. En el cuerpo está el sistema inmunológico, que es como el sistema de vigilancia interna; los glóbulos blancos, encargados de detectar anomalías, hacen sus recorridos viajando por la sangre a todo el organismo. Cuando encuentran una célula que es distinta (anormal) simplemente la eliminan.  Esta célula, puede ser una bacteria, una célula nuestra que cambió porque está infectada por un virus o incluso una célula que era propia y se “volvió loca”, se transformó: por ejemplo una que se reproduce muy deprisa y sin control: el cáncer.

Ahora, volviendo al ejemplo del sistema de vigilancia: cuando en un establecimiento todo marcha bien, su trabajo se torna aburrido; los que hacen la guardia pueden incluso ver la tele o tomar una siesta, desde su monótona caseta.  En cambio, si suele haber percances, se mantienen despiertos y están mucho más alertas, incluso se invierte en mejorar el equipo: se instalan cámaras de video y pantallas.  
Algo muy similar es lo que sucede en el cuerpo: el percance es esa infección, la gripa, la tos, ese dolor de garganta... que, al permitirle eliminarlo, le da la oportunidad  al sistema inmune de fortalecerse, hacer que funcione mejor y esté más al pendiente de todo, incluso años después. Este  sistema de defensa más poderoso puede traer grandes beneficios a largo plazo.  Uno de ellos, es que disminuye el riesgo de cáncer.  

Por supuesto, hay muchos otros factores involucrados: el estilo de vida de la persona, si fuma, inhala sustancias químicas en su trabajo, sus altibajos emocionales, etc.  

El número de infecciones que padece y combate el organismo en la infancia se relaciona con un mejor sistema inmunológico y menor riesgo de cáncer, incluso en la edad adulta.  

Sin embargo, en esta "era de antibióticos-para-todo", me pregunto si no le estamos haciendo más mal que bien a nuestros pacientes, a nuestros hijos; si cada vez que se enferman utilizamos anti-piréticos para bajar la fiebre y anti-bióticos para matar bacterias, anti-tusígenos para la tos, anti-histamínicos para quitar los mocos… estamos evitando que el cuerpo se cure como sabe hacerlo, y que su sistema inmunológico se fortalezca.  
En nuestro país, el número promedio de antibióticos que toma un niño cada año, es varias veces mayor que lo recomendado. Lo que desafortunadamente, se acaba pagando caro. Las bacterias resistentes a antibióticos son cada vez más frecuentes, y el niño no desarrolla completamente sus defensas, el cuerpo no recibe los beneficios de haber logrado superar una infección.  El antibiótico debe ser el último recurso. Cuando nada ha funcionado, entonces podemos recurrir a él.

Afortunadamente existen alternativas.
¿Cómo combatimos las infecciones?
Si queremos permitir y favorecer que el cuerpo pueda defenderse cuando se enferma, debemos entender cómo se cura normalmente, ¿qué métodos sigue? y así podremos facilitarle el trabajo en vez de entorpecerlo.  

Lo primero que hace el organismo para acabar con los microbios que lo invaden y lo enferman, es cambiar el ambiente; volverlo hostil, y por eso altera la temperatura del cuerpo: la fiebre.  La fiebre hace que las  bacterias y los virus se debiliten, no se puedan reproducir y hasta las mata logrando que el cuerpo se recupere más rápidamente de la infección. En las palabras de Thomas Sydenham,  uno de los grandes médicos británicos del S. XVII[V1] : "La fiebre es una poderosa maquinaria que la naturaleza trae al mundo para conquistar a sus enemigos".  Es incómoda, pero es sumamente útil a nuestro organismo.
Cuando la fiebre no es muy severa, no más de 40.0 ºC, vale la pena dejarla "trabajar". Las enfermedades son más cortas, menos virulentas y presentan menos complicaciones. El ejemplo más claro es cuando a los niños con sarampión se les baja la fiebre con medicamentos, la enfermedad dura más tiempo y es más frecuente que se complique con problemas graves como neumonía, bronquitis, encefalitis y laringitis.

Otra forma de ayudarle al cuerpo a "curarse solo" es con un tratamiento homeopático, indicado por el médico homeópata. El medicamento homeopático será una sustancia muy diluida y energetizada (agitada vigorosamente, alterando el estado del agua donde se diluye). Entonces el organismo resuelve el problema, el remedio solamente hace el padecimiento más corto o más leva; pero es el cuerpo el que acaba por sanar. 

Todo esto requiere de paciencia. Muchas veces con tal de poder reanudar la rutina de la vida diaria y de sentirse “bien” lo antes posible, tomamos medidas que no son las ideales a largo plazo.

Como conclusión, querido papá o mamá, abuelitos, estimado lector: La próxima vez que el niño presente esa nariz con mocos, le duela al tragar, o le dé una diarrea, haga una pausa y recuerde: hay bendiciones disfrazadas de cosas malas.
 Piense lo que realmente  necesita su niño para estar mejor y seguir sano el resto de su vida.