viernes, 1 de abril de 2011

la farmacia de mi casa...



Tengo que confesar que mis hijos grandes tomaron, durante sus primeros años, una buena cantidad de medicamentos... Empezando por el tempra, el motrin/advil, augmentin, amoxil, espaven, motilium, diprospan, bisolvon, etc.
Afortunadamente, hemos parado.  Ya casi no tomamos medicamentos.  (Y antes éramos de los conservadores, no era yo de las que a la primera tos les daba ya el jarabe)


Cuando nació mi primer hijo, estábamos decidiendo a que pediatra lo íbamos a llevar, y recuerdo haber tomado la decisión de quedarnos con el-que-hasta-ahora visitamos (cuando no vamos con el homeópata) en el momento en que le pregunte que medicamentos debía yo de comprar y me respondió: "yo parto del hecho de que los niños nacen sanos, no creo que necesites ninguno".  Deberían de ser públicos los datos de que porcentajes de bebes que atiene el pediatra toma medicamentos constantemente, así como que porcentaje de los ginecólogos obtienen a los bebes por medio de cesáreas.

Hoy, haciendo limpieza de la caja de las medicinas, tengo que decir que me sentí muy orgullosa.  Porque déjenme contarles que antes eran dos cajas: una de adultos y otra de niños, ahora ya es una caja, mucho más pequeña, y conforme van caducando los viejos frascos, se hace cada vez más liviana.

Gran parte de esto se lo debo a que descubrimos la medicina homeopática, y ahora en vez de motrin tomamos arnica, belladona, aconitum y otros parecidos.  Y aunque podría sonar a que simplemente cambiamos unos medicamentos por otros más hippies, no es así.  Ahora se consumen menos medicamentos, y los homeopáticos no tienen los efectos colaterales adversos que tiene la farmacia tradicional.  

El medicamento homeopático no tiene una "dosis máxima de por vida" que puedes consumir antes de que te produzca daño renal como lo tienen los antiinflamatorios como el Advil (o motrin, que son ibuprofeno) naproxeno, aspirina, etc.  No producen bacterias más resistentes ni alteran la flora gastrointestinal como la mayoría de los antibióticos.  Además, su acción se basa no en suprimir los síntomas sino en estimular a la forma en como el cuerpo naturalmente busca la sanación.  


Pero, volviendo a la farmacia, al cajón de las medicinas, el closet, etc.  ¿Para qué guardar tanto medicamento? Deberíamos de donarlos tan pronto los dejamos de usar y solamente tener un mínimo botiquín con lo indispensable.  Lo que no quiere uno tener que ir a comprar en caso de "urgencia" o enfermedad de media noche...  Por ejemplo, un antipirético (algo para bajar la fiebre), algo para lavar cortadas o heridas, un peptobismol, tal vez un bronco-dilatador cuando los niños son propensos a tener espasmos bronquiales, pero para que guardar todo lo demás.


Otra cosa que deben saber los padres es que la mayoría de los medicamentos no son probados ni estudiados en niños, Recientemente la Union Europea propuso que esto se lleve a cabo (ver más aquí). Y otro punto a tomarse en cuenta es la dosis acumulada de medicamentos que los niños de hoy en día van juntando a través de los años.


Como conclusión, reduzcan el cajón de las medicinas, traten de consumirlas o de administrarlas unicamente cuando es estrictamente necesario y recuerden preguntar BRAIN antes de dar cualquier cosa.

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